Desencajadamente amorfo, despertó como un deseo entumido y pleno de utopías quejumbrosas que divagan en la mar oscura e indescifrable. Cada noche le canto una canción de cuna invitándole a que no muera, pero luego me siento ridículo porque sé muy bien de su incapacidad para escucharme, y en su silencio denso mis palabras son como aves diminutas que se asfixian un instante antes de ver la luz.
Así, juntos, configuramos el incontable-innumerable-impredecible significado de la combinación de caracteres e t e r n i d a d en un constante devenir de muertes y nacimientos anacrónicos que caben en la porción de nuestra imaginación que distinguimos con el nombre de universo.
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